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Llevo varios días pensando en...

jueves, 5 de julio de 2007

escribir mis impresiones sobre unas clases que estoy dando. Es curioso ver como cuando el alumno está totalmente interesado en lo que estamos estudiando se entrega en cuerpo y alma y con todos sus sentidos. De ahí que, al final de la clase, te digan: " el tiempo ha pasado volando", "¿ya?". En ese momento está claro que has dado en el clavo. Antes, no sabía explicar porqué razón sucedía esto pero ahora lo voy teniendo más claro. Es verdad que este alumno se ve beneficiado porque es una clase individual y totalmente hecha a medida para él. Esto no sólo influye en el alumno, también está teniendo su influencia beneficiosa en mí -veo que los cambios que ando haciendo y las cosas que estoy aprendiendo me ayudan y eso me anima a seguir- porque veo como mi alumno pone interés, moviliza todos sus conocimientos previos, siente menos angustia, está más motivado para hablar, se implica más en la clase, está más atento, apunta cosas... Pero para llegar a todo esto, he tenido que romper mis esquemas mentales, he tenido que deshacer un camino que tenía andado y que se estaba estrechando sin dejarme ver a dónde tenía que ir. Estoy aprendiendo que hay muchas maneras de enseñar español y no siempre tiene que centrarse una en determinadas funciones, temas, etc. Empiezo a comprender qué quiere decir enseñanza/aprendizaje basado en las necesidades del alumno.

Otra cosa que estoy observando últimamente es que he rebajado mi nivel de angustia en la clase; de modo que mis alumnos también se ven beneficiados. Al no sentir angustia, no la transmito. Cuando empecé tenía mucho miedo de dar una mala explicación, me aterraba no conectar con el alumno, no llegar a dar una explicación lo suficientemente clara -quizá, me esté concentrado en este tema mucho pero me parece importante señalarlo- y tenía la idea de que como profesora no podía equivocarme; no me estaba permitido. Otra cosa que me daba miedo era salirme del guión establecido, perder el control de la clase,... Ahora, las cosas están cambiando y me siento algo mejor. Ahora, no vuelvo a casa torturándome porque no debía haber hecho éste o aquél ejercicio o flagelándome porque la clase no había salido bien -no sé si en esta actitud influía el hecho de que en el lugar en el que trabajaba no podía permitirme perder alumnos porque me quedaba sin horas de clase-. Ahora, me sigue preocupando que el alumno se sienta a gusto, que esté bien, pero, más que porque abandonen - a nadie le gusta perder alumnos, eso está claro- es porque creo que cuanta menos angustia sientan y cuanto más relajados se enfrenten al proceso de enseñanza-aprendizaje más eficaz será éste último para todos.